martes, 4 de marzo de 2014

De cómo reconocimos 25 tipos de pescado en 40 minutos

En la compra del pescado “las agallas son las que mandan”





El viernes 28 de febrero un grupo de estudiantes del primer nivel de cocina del ICTC visitamos el  Mercado de Los Cocos, guiados por el objetivo académico de conocer la diversidad de pescados que es posible encontrar en la Isla de Margarita. Un pequeño muelle en medio del mar Caribe, plateadas y brillantes sardinas coronadas por decenas de pelícanos  formaron el cuadro de bienvenida y de inmediato  perfilaron el paseo como un destino prometedor.
     El tiempo de espera de nuestro guía permitió saborear las empanadas de cazón, la chicha de arroz, la mandarina, el cambur, entre otros alimentos que despachan en los kioscos de entrada al mercado. Tras 15 ó 20 minutos de espera la Chef Kruzvery Valerio presentó al señor Mauricio Della Porta, quien se sería el guía para recorrer el Mercado de Los Cocos, a su juicio, el mejor lugar para encontrar biodiversidad de pescados en la Isla de Margarita.
     Al entrar al Mercado sentencia que mientras el pescado es menos tocado por manos humanas, resulta más valioso, por cuanto más fresco. Inmediatamente con su dedo índice señala el cuadrante derecho del Mercado y nos confiesa que esa esquina es el mejor lugar para la compra de pescado fresco. ¿La razón?, el pescado entra por el muelle y es ese el primer punto donde despachan la pesca, lo cual hace que sea el puesto con el producto más fresco.
     Seguidamente, empieza el recorrido mostrando especies y explicando algunas de sus características, así como dando sugerencias apreciables por todo cocinero que reside en una Isla y que indudablemente establecerá una relación entre los fogones y la pesca local. Nos muestra una Gallineta y cuenta que su sabor es similar al de cangrejo. Llamado Gallineta porque sus aletas parecen alas. Del pez Sapo relata que es ideal para cocinar sudado, y aún cuando por fuera sea de aspecto no muy agradable por dentro su carne blanca y de  buen sabor agrada al comensal.
      Del Cataco comenta que pertenece a la familia del Jurel y que es ideal para sashimi. Señalando un pez plateado, largo y delgado explica que se conoce como Tajalí, pez sable o machete. Opina que es ideal para hacer chicharrón, porque frito queda jugoso y rico. También advierte que para su manipulación debe tenerse cuidado porque sus dientes son muy afilados. Luego pasamos a la Albacora, atún atlántico o monte maguro. Es un atún cuya carne es roja carnesí, ideal para sahimi.
      Caminamos otro poco y llegamos al Jurel o medregal guaimei, del que nos indica es pariente del Cataco, con un costo generalmente elevado, sobre todo considerando que su rendimiento es de 40%, con un alto desperdicio del 60%.Hace la salvedad de que esta relación porcentual se mantiene en la mayoría de los pescados y varía cuando se trabaja   con pescados cilíndricos.
          También nos presenta el Dorado blanco, haciendo énfasis en que el pescado está ofertado sin tripa ni agalla, lo cual revela que es resultante de una pesca de campaña, en la que quitan tripas y agallas para conservar el pescado por dos semanas como mínimo. De esta manera también se trabaja la  albacora, el carite y la sierra canalera. Todos éstos presentes en un puesto del mercado con más de 7 kilos cada uno.  También en mesa picúa amarilla, mero aleta amarilla, pargo rojo, cunaro y catalana.
Sobre el mero precisa que hay tres tipos. Mero  aleta amarilla con los ojos afuera es el mejor. Sobre la sierra canalera nos muestra que parece un torpedo, mientras que de  la palometa comenta que también es conocida como pampano africano.
            Ya estamos en la mitad del recorrido, ahora el señor Mauricio nos muestra el zábalo, familia de la sardina, con mucha espina y vida de muelle, por lo tanto no muy solicitado. Después nos habla del Cachua perra, el lenguado con su barriga blanca y lomo marrón, el roncador, el petate, el tiburón cazón, el palagar o pez vela, el Va callao que nada con los tiburones. Un compañero pregunta cómo saber cuál es un buen pescado para hacer sashimi y él rápidamente afirma que la respuesta está en leer mucho y en ensayo y error. Siempre sabiendo que para preparar el pescado hay que limpiarle bien de la sangre porque ésta hace que sepa amargo.
            En este punto, todos estamos emocionados por la diversidad de pescado y ante la duda de cómo saber cuándo el pescado está ideal para comprar, nos explica que la agalla es el punto más crítico del pescado, por lo tanto es el lugar donde debemos ir directamente para saber si está bueno. La agalla debe estar roja y debe oler bien. El punto del ojo cristalino es importante, pero “las agallas son las que mandan”.
           Aparece la raya y sirve para explicar que es un tipo de mantarraya. Llegamos al final de los puestos del mercado y una joven  ofrece mejillones, vieiras, camarones y pepitonas. Todos de gran tamaño. La viera luce particularmente hermosa y una compañera pregunta cómo saber cuándo es vieira o cuando es cangrejo gigante rebanado. El señor Mauricio explica que la vieira siempre tendrá forma de riñoncito blancuzco. El cangrejo gigante ofrecido como vieira  es totalmente blanco y no parece un riñoncito. Nos alerta que al preparar vieiras debemos dejarlas al fuego solo diez segundos por lado y lado. De esta forma garantizamos que quede en un buen punto.


       ¿Cuál es el mejor lugar para comprar pescado en la Isla de Margarita?
El mejor lugar son todas las rancherías ubicadas a lo largo de la costa de la Isla de Margarita, como Punta mosquito, Pampatar, el Tirano, Punta Ballena, entre otras. Ahora bien, el mejor lugar para encontrar biodiversidad de pescado es indudablemente el Mercado de Los Cocos, ubicado en la población de ese mismo nombre, municipio Mariño.

         Concluye el recorrido y es entonces cuando caemos en cuanta de que en aproximadamente 40 minutos nos presentaron por lo menos 25 tipos de pescado. Ofertados en la mañana de un viernes en el Mercado de Los Cocos. Todos frescos y seguramente exquisitos. Alguien confesó que desconocía cómo diferenciar sus sabores. Indudablemente, hay que comerlos hasta reconocerlos e incorporarlo en eso llamado memoria organoléptica.




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