lunes, 24 de marzo de 2014

Pargo con ají dulce, chips de ocumo y batata. Para 2 personas



Ingredientes
Para el pescado:
250 gr de filete de pargo.
3 clavos de olor.
Sal c/n
5 gr de pimienta en granos.
10 ml de aceite vegetal.
25 gr de harina de trigo todo uso
2 ajíes dulces medianos.

Para la salsa de ají dulce:
4 dientes de ajo
100 gr de cebolla
¼ Kg de ají dulce margariteño
¼ taza de aceite
1 taza de caldo de pescado
Sal c/n
¼ taza de crema de leche
Para los chips de ocumo:
1 ocumo mediano
2 tazas de aceite vegetal
Sal c/n
Para los chips de batata rosada:
1 batata rosada mediana
2 tazas de aceite vegetal
Sal c/n


Preparación
Para el pescado a la plancha.
Tomar un bol y  macerar los filetes de pargo con clavo de olor entero, sal, ajo machacado, pimienta recién molida y aceite vegetal, durante 20 minutos aproximadamente.
Calentar un sartén a fuego medio. Engrasar. Pasar los filetes de pargo macerados por harina de trigo y colocar en la sartén tres minutos por cada lado, o hasta que estén dorados por ambos lados. Reservar.
Para la salsa de ají dulce:
Cortar en mirepoix ajo, cebolla y ají dulce.  Calentar un sartén e incorporar aceite vegetal. Una vez que el aceite esté caliente agregar cebolla. Cuando ésta se encuentre tierna agregar el ajo y finalmente el ají dulce. Después de tres minutos incorporar una taza de caldo de pescado y dejar a fuego medio hasta que reduzca  ¾ partes. Agregar sal y después de uno o dos minutos retirar del fuego.
Verter la salsa de ají dulce en una licuadora, agregar ¼ taza de crema de leche y licuar durante tres minutos. Reservar.
Para el ají dulce relleno de pescado.
Tomar un ají dulce grande, cortar la parte superior y retirar las semillas. Blanquear.
Tomar la parte más grande del ají dulce y colocarle la salsa de ají dulce, agregar el pescado macerado, cortado en pequeños trozos. Incorporar salsa de ají dulce por arriba y  tapar con el otro pedazo de ají dulce. Cubrirlo con papel aluminio y llevarlo al horno por 20 minutos, aproximadamente. Retirar del horno, sacar el ají dulce relleno de pescado y reservar.
Para armar el plato:
Tomar un plato rectangular. Colocar el pescado  a la plancha en la mitad del plato. Colocar en la parte superior izquierda del plato un chips de ocumo y uno de batata rosada, de forma intercalada, de forma que parezcan pétalos de una flor.
En la parte inferior y del lado derecho del pescado colocar el ají dulce relleno de pescado, dejando la tapa del ají y permitiendo que se vea su contenido.
Colocar sobre el pescado un poco de salsa de ají dulce, así como en la parte inferior del pescado pintar el plato con la salsa de ají dulce y en la parte superior decorar con tres hojas de perejil.  Servir caliente.

Nota.
Pescado pargo rosado usado para esta receta:
Peso sucio 800 gr
Peso limpio 250 gr

Rendimiento del pescado: 31%.

domingo, 16 de marzo de 2014

La sal de la vida, un canto al amor en tres tiempos

      La sal de la vida es el amor. Oculto o notorio, así como en la comida, es  fundamental para el equilibrio y la armonía en el recorrido transitado por cada ser humano. En la película La sal de la vida (Tassos Boulmetis. 2003) podemos apreciar como  el niño Fanis sumergido en la nostalgia busca  en la cocina la forma de reconstruir su casa, recorrer el camino para  llegar a Constantinopla, de donde fue deportado a los 7 años.
      
       En tres tiempos Fanis narra parte de la historia de su vida, que es la historia de turcos y griegos determinados por la condición obligada de extranjeros en ambas naciones. Como  aperitivo Fanis nos muestra  su infancia en Constantinopla,  donde la relación con su abuelo Vassilis determina su vida. Fanis conoce el mundo desde la tienda de especias del abuelo, capaz de explicar el universo a través de la canela, la pimienta o  la sal e identificar el peligro, sólo con el aroma a especia de sus clientes.
     
      El abuelo Vassilis siembra en su nieto una relación de amor por la cocina como el alimento fundamental para la vida. Le muestra cómo la pimienta  se asemeja al Sol porque es clara, caliente y picante; la canela al planeta Venus porque es dulce y amarga como las mujeres, y la sal equitativa a la Tierra, donde hay vida humana, sabores   diversos y precisamente es la sal el elemento fundamental para proporcionar gusto, equilibrio y sabor, aún cuando no se encuentre a simple vista. La sal, aún invisible, define y enriquece el plato, como el amor.

       Fanis observa la vida desde la tienda de su abuelo, allí pasa gran parte de su niñez, conoce el amor, a su amiga turca Saime, para quien cocina a cambio de su baile y también conoce el peligro representado en los diplomáticos que conducen las relaciones entre Grecia y Turquía.  Desde su niñez el mundo de este niño lo determina el ajo, las berenjenas, las hojas de parra, las albóndigas, todos aquellos alimentos que cobran fuerza y sabor  en función de las especias añadidas, presentadas por su abuelo.  Todo marcha bien hasta que el timbre de la puerta de su casa anuncia la llegada de funcionarios de migración con la noticia de que serán deportados a Grecia.
      
     Así,  Fanis y su familia deben salir de Constantinopla, expulsados por los turcos por ser griegos  y vivir en Grecia señalados como turcos. Allí comienza el plato principal de su vida, y es en Grecia donde  empieza a hablar un idioma en el que no se reconoce, idolatrar héroes a quienes no admira y construir una personalidad sobre la base de referentes desconocidos. En medio de esa realidad recurre al amor de su abuelo y de Saime expresado en la cocina como forma de encontrar su hogar.

        Este hecho que lo salva, también lo condena ante los padres que necesitados de ser admitidos en la sociedad griega que los recibe tratándolos como extranjeros pasan de disfrutar el talento gastronómico de su hijo de 7 años, para escuchar los prejuicios de una sociedad que vincula masculinidad con violencia y milicia como elemento fundamental. Sus padres comienzan a escuchar los consejos y Fanis debe incursionar en el mundo de los scout y de la milicia, sin perder su talento, el amor por la cocina ni la nostalgia por Saime. Fanis crece,  se hace cocinero, astrónomo. Sobrevive en Grecia, colocando sabor a la vida muchos, olvidando quizás aderezar la suya propia. Confía en la llegada de su abuelo que promete visitarlos en varias oportunidades pero nunca llega. Crece como un extranjero que se refugia en el aroma que evoca su ciudad de origen.

       Como Postre vemos a Fannis ya hecho hombre, gastrónomo y astrónomo. Prepara un rencuentro con su abuelo que a través de un viejo amigo anuncia su llegada a Grecia. Sin embargo, tampoco llega, esta vez porque debe ser hospitalizado por estar enfermo de gravedad. Es por ello que regresa a Constantinopla   y se reencuentra con  él, quien  pese a estar inconsciente  con el mínimo movimiento de su mano derecha evoca las especias fundamentales para la vida.

            El abuelo muere y en el funeral Fanis también se reencuentra  con el amor de su vida Saime, quien está casada con un militar y tiene una hija. Pese a la ilusión, la nostalgia y el deseo de retomar una vieja historia de amor interrumpido, ella decide continuar  con su esposo e hija.

            Fanis se asume solitario. Se enfrenta al dolor de la pérdida y vuelve al punto de origen, recibe al mundo de especias y amor que un día fue la base para comenzar toda historia que implique vida humana, donde lo oculto es quizá lo más sabroso. El amor de su abuelo fue la sal de su vida, lo salvó, lo mantuvo  firme ante la realidad que le tocó vivir. Sin estar presente, estuvo con él y  determinó su existencia. Definitivamente, la sal de la vida es un canto al amor, una sabrosa invitación a atrever a amarnos, donde la cocina es base fundamental de vida.


martes, 4 de marzo de 2014

De cómo reconocimos 25 tipos de pescado en 40 minutos

En la compra del pescado “las agallas son las que mandan”





El viernes 28 de febrero un grupo de estudiantes del primer nivel de cocina del ICTC visitamos el  Mercado de Los Cocos, guiados por el objetivo académico de conocer la diversidad de pescados que es posible encontrar en la Isla de Margarita. Un pequeño muelle en medio del mar Caribe, plateadas y brillantes sardinas coronadas por decenas de pelícanos  formaron el cuadro de bienvenida y de inmediato  perfilaron el paseo como un destino prometedor.
     El tiempo de espera de nuestro guía permitió saborear las empanadas de cazón, la chicha de arroz, la mandarina, el cambur, entre otros alimentos que despachan en los kioscos de entrada al mercado. Tras 15 ó 20 minutos de espera la Chef Kruzvery Valerio presentó al señor Mauricio Della Porta, quien se sería el guía para recorrer el Mercado de Los Cocos, a su juicio, el mejor lugar para encontrar biodiversidad de pescados en la Isla de Margarita.
     Al entrar al Mercado sentencia que mientras el pescado es menos tocado por manos humanas, resulta más valioso, por cuanto más fresco. Inmediatamente con su dedo índice señala el cuadrante derecho del Mercado y nos confiesa que esa esquina es el mejor lugar para la compra de pescado fresco. ¿La razón?, el pescado entra por el muelle y es ese el primer punto donde despachan la pesca, lo cual hace que sea el puesto con el producto más fresco.
     Seguidamente, empieza el recorrido mostrando especies y explicando algunas de sus características, así como dando sugerencias apreciables por todo cocinero que reside en una Isla y que indudablemente establecerá una relación entre los fogones y la pesca local. Nos muestra una Gallineta y cuenta que su sabor es similar al de cangrejo. Llamado Gallineta porque sus aletas parecen alas. Del pez Sapo relata que es ideal para cocinar sudado, y aún cuando por fuera sea de aspecto no muy agradable por dentro su carne blanca y de  buen sabor agrada al comensal.
      Del Cataco comenta que pertenece a la familia del Jurel y que es ideal para sashimi. Señalando un pez plateado, largo y delgado explica que se conoce como Tajalí, pez sable o machete. Opina que es ideal para hacer chicharrón, porque frito queda jugoso y rico. También advierte que para su manipulación debe tenerse cuidado porque sus dientes son muy afilados. Luego pasamos a la Albacora, atún atlántico o monte maguro. Es un atún cuya carne es roja carnesí, ideal para sahimi.
      Caminamos otro poco y llegamos al Jurel o medregal guaimei, del que nos indica es pariente del Cataco, con un costo generalmente elevado, sobre todo considerando que su rendimiento es de 40%, con un alto desperdicio del 60%.Hace la salvedad de que esta relación porcentual se mantiene en la mayoría de los pescados y varía cuando se trabaja   con pescados cilíndricos.
          También nos presenta el Dorado blanco, haciendo énfasis en que el pescado está ofertado sin tripa ni agalla, lo cual revela que es resultante de una pesca de campaña, en la que quitan tripas y agallas para conservar el pescado por dos semanas como mínimo. De esta manera también se trabaja la  albacora, el carite y la sierra canalera. Todos éstos presentes en un puesto del mercado con más de 7 kilos cada uno.  También en mesa picúa amarilla, mero aleta amarilla, pargo rojo, cunaro y catalana.
Sobre el mero precisa que hay tres tipos. Mero  aleta amarilla con los ojos afuera es el mejor. Sobre la sierra canalera nos muestra que parece un torpedo, mientras que de  la palometa comenta que también es conocida como pampano africano.
            Ya estamos en la mitad del recorrido, ahora el señor Mauricio nos muestra el zábalo, familia de la sardina, con mucha espina y vida de muelle, por lo tanto no muy solicitado. Después nos habla del Cachua perra, el lenguado con su barriga blanca y lomo marrón, el roncador, el petate, el tiburón cazón, el palagar o pez vela, el Va callao que nada con los tiburones. Un compañero pregunta cómo saber cuál es un buen pescado para hacer sashimi y él rápidamente afirma que la respuesta está en leer mucho y en ensayo y error. Siempre sabiendo que para preparar el pescado hay que limpiarle bien de la sangre porque ésta hace que sepa amargo.
            En este punto, todos estamos emocionados por la diversidad de pescado y ante la duda de cómo saber cuándo el pescado está ideal para comprar, nos explica que la agalla es el punto más crítico del pescado, por lo tanto es el lugar donde debemos ir directamente para saber si está bueno. La agalla debe estar roja y debe oler bien. El punto del ojo cristalino es importante, pero “las agallas son las que mandan”.
           Aparece la raya y sirve para explicar que es un tipo de mantarraya. Llegamos al final de los puestos del mercado y una joven  ofrece mejillones, vieiras, camarones y pepitonas. Todos de gran tamaño. La viera luce particularmente hermosa y una compañera pregunta cómo saber cuándo es vieira o cuando es cangrejo gigante rebanado. El señor Mauricio explica que la vieira siempre tendrá forma de riñoncito blancuzco. El cangrejo gigante ofrecido como vieira  es totalmente blanco y no parece un riñoncito. Nos alerta que al preparar vieiras debemos dejarlas al fuego solo diez segundos por lado y lado. De esta forma garantizamos que quede en un buen punto.


       ¿Cuál es el mejor lugar para comprar pescado en la Isla de Margarita?
El mejor lugar son todas las rancherías ubicadas a lo largo de la costa de la Isla de Margarita, como Punta mosquito, Pampatar, el Tirano, Punta Ballena, entre otras. Ahora bien, el mejor lugar para encontrar biodiversidad de pescado es indudablemente el Mercado de Los Cocos, ubicado en la población de ese mismo nombre, municipio Mariño.

         Concluye el recorrido y es entonces cuando caemos en cuanta de que en aproximadamente 40 minutos nos presentaron por lo menos 25 tipos de pescado. Ofertados en la mañana de un viernes en el Mercado de Los Cocos. Todos frescos y seguramente exquisitos. Alguien confesó que desconocía cómo diferenciar sus sabores. Indudablemente, hay que comerlos hasta reconocerlos e incorporarlo en eso llamado memoria organoléptica.